jueves, 27 de noviembre de 2008

El Arte de la Persuasión...


Realizando la difícil tarea de buscar entretenimiento en la tele, me topé casi sin querer con la nueva temporada de Los Tudor, en honor a la verdad, ya la poseía en versión original, por cierto no hay mejor forma de disfrutar de cada uno de los capítulos que en su idioma vernáculo. El caso es que me enganché desde premier momento al serial. Aparte de las evidentes imprecisiones e inexactitudes en la figura de Enrique VIII y sobre todo en la comparativa física entre este y otros soberanos, también me llamó la atención el diseño pueril y pusilánime de Catalina de Aragón, cuando realmente era una mujer brillante, versada en las artes, mujer polifacética y adorada por el pueblo.
Parece ser que esta segunda temporada se ocupa de la llamada Cuestión Real, es decir, el objetivo del soberano en desgarrar de la iglesia un divorcio que lo aleje de Catalina y lo acerque a Ana Bolena. Sin embargo este no es el motivo del escrito. Lo que realmente me llamó la atención es como Ana Bolena teje lentamente una red sin fisuras, un círculo de palabras y murmullos milimétricamente estudiadas con el objetivo de atrapar y manipular al rey en beneficio propio. Este hecho me dio que pensar y llego a la conclusión de lo banal e insustancial que somos los hombres. Mientras muchas de ellas pierden la cabeza delineando un plan de conquista, nosotros somos más “terrenales”. Basta sentir cierta atracción para dejar una puerta abierta a la simpleza, es decir, con la única premisa de ser fría y calculadora, la mujer tiene el poder de conquistar hasta la locura a cualquier hombre. Aunque suene mal, basta ser una “puta bomba” en la cama comportarnos como estúpidos medrosos, si a esto se le añade ciertas prácticas en el arte de la guerra dialéctica, les puedo asegurar que caemos cual corderito a los pies de la menos pintada, claro que para esto hay que despojarse de compasión, afecto, y acercarse más a Nietzsche. Con todo esto no hace falta ser un catedrático en la materia para saber que la “mala” siempre sale ganando. Ellas tienen la fórmula. A pesar de ser el varón el que ocupa puestos relevantes en la jefatura, son ellas las que podrían manipular nuestros actos; basta decirlo en el foro adecuado y en la posición exacta. La vil obtiene los réditos buscados, claro que para esto deben realizar la difícil tarea de extirpar su sentimiento materno, algo que por cierto es lo que traiciona a Ana Bolena.

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