jueves, 11 de diciembre de 2008

Mirada Distorsionada...


Rondaba los 50. Vivía solo. Con fama de flemático, sus vecinos no se atrevían a saludarle debido a sus reacciones primitivas. Arisco, intratable, áspero y prepotente vestía siempre pantalón de franela, camisa de cuadros y detrás de esas gafas decimonónicas de cristales oscuros se escondían unos ojos limitados al ver la vida desde esas murallas translúcidas.
Llegó el momento de la revisión oftalmológica cuando averiado el ascensor, un tropiezo en las escaleras le hizo besar el suelo destrozando sus custodiadísimas gafas. Un ángel vestida de doctora toleró su conducta agria e insolente debido al gran parecido que tenía con su recientemente fallecido abuelo. Sorprendida por la desproporción existente entre los antiguos cristales y su falta de vista, le prescribió otros perfectamente adaptados a su insuficiencia visual.
A partir de aquí cambió todo, Su antipatía desapareció hasta tornarse en cordialidad, su cordialidad en amabilidad, su amabilidad en simpatía y fue esta la que le convirtió en un ser accesible, próximo y cercano. Cambió su vestimenta. Cambió su actitud. Cambió su gesto. Cambió su apariencia. Atravesó sus complejos y abrió su horizonte. La distorsionada mirada que le gravaba sus anteriores gafas desapareció al mirar la vida desde otro cristal.

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